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LA INDEPENDENCIA Y EL PATRIOTISMO INVENTADO

LA INDEPENDENCIA Y EL PATRIOTISMO INVENTADO: la celebración del BICENTENARIO no es otra cosa que la reafirmación del control del alma de nuestros pueblos para continuar con su sumisión, iniciada con la invasión de los territorios de antiguos habitantes y con ello la fácil explotación de los recursos naturales y de nuestra fuerza de trabajo»

Se dice que amar a la patria es amar a Dios; o que “la voz del pueblo es la voz de Dios”, ese fue la Independencia y el Patriotismo Inventado.
Se dice que amar a la patria es amar a Dios; o que “la voz del pueblo es la voz de Dios”, ese fue la Independencia y el Patriotismo Inventado. Felipe Stanley/Press South

a propósito de la celebración del Bicentenario

Por Alfredo Pérez Bermúdez (*)

A propósito de celebrarse el Bicentenario de la “Independencia y libertad del Ecuador”, cabe manifestar algunos criterios al respecto, pues tanto las ideas de tal suceso y de los anteriores, tienen una esencia narrativa de inducción que se ha insuflado históricamente desde el Estado Colonial que vivimos.

Los datos de los acontecimientos de Agosto de 1809 y luego la famosa Batalla de Pichincha del 24/05/1822, en Quito-Ecuador, escritos por los historiadores clásicos, revelan que aquellos eventos estuvieron atravesados por las ambiciones territoriales y sus “recursos” naturales y humanos, tanto de los colonizadores imperiales, como de los republicanos de la nueva línea política de la burguesía del siglo XVIII.

En aquellos años, los imperios: francés, portugués, italiano, inglés y de América del Norte (colonizada), habían desatado grandes campañas exploratorias geopolíticos en el continente americano, visto que era territorio ya conquistado y por ende prurito de explotación en todos los sentidos: desde la mentalidad de nuestros pueblos, hasta la visualización de todo aquello que les servía a las coronas imperiales y la burguesía europea para superar sus crisis económicas y sus guerras.

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La Misión Geodésica liderada por La Condamine no fue la única, hubo otras que, como aquella, exploraron senderos fluviales y antiguas vías terrestres, volcanes y fuentes minerales, organizaciones sociales prehispánicas y efectos geoculturales, etcétera; objetivo: captar la mayor cantidad de información geográfica y política para futuros aprovechamientos, desatándose reales disputas y batallas por la intervención territorial, verdadero origen de la fragmentación del continente y creación de las hoy repúblicas.

Es en este contexto de reyertas territoriales cuando se imponen las ideas de “libertad” e “Independencia” hispánica de nuestros pueblos, facsímiles ideológicos de la Francia de 1789, de las luchas de los poderes político/militares europeos, trasladados a Ecuador y América bajo los intereses de aquellas potencias, asilándose en un criollismo de élite que aupó tales intereses y los propios.

UN PATRIOTISMO INVENTADO

Se insufló desde entonces la emoción de un “patriotismo” que no existió en la Europa del s. XVIII, según lo ha escrito el historiador Céspedes del Castillo, quien dice que,“junto a la fe religiosa, se impuso la idea de lo nacional, se introdujo el sentimental concepto de patria, generado en Francia a partir de 1750… El nuevo vocablo desembocaría en expresión de un nacionalismo rudimentario a partir de 1810… es entonces cuando “Patria” y “Patriota” comienzan a usarse prodigiosamente en el lenguaje político diario” (Cita del Gral. Marcos Gándara Enríquez. Memoria de la Sociedad Ecuatoriana de investigaciones histórica y geográfica del Ecuador. 2010).

Así hemos de saber que el patriotismo ilustrado (asi el patrioterismo), nacería de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana patriarcal y de los intereses imperiales -según lo escriben entre líneas los mismos historiadores- para transformar el AMOR A LA TIERRA, a la PACHAMAMA, en el AMOR A LA PATRIA política de fronteras y sus banderas, que no era sino del interés de las monarquías y la misma Iglesia, para apropiarse de nuestros territorios y el alma de nuestros pueblos.

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Secularizado el Ecuador, como todos los territorios de América; es decir, desaparecidos -según los narradores de la república clásica- los signos vitales (léase culturales) de los pueblos precolombinos, se produjo entonces la avalancha modernizadora (la del Siglo de las Luces) que trajo consigo el conjunto de ideas dominantes adherentes a la política de exterminio cultural: “la extirpación de las idolatrías”.

Hoy se dice que amar a la patria es amar a Dios, o que “la voz del pueblo es la voz de Dios”. Si pensamos bien estas ideas, nos daremos cuenta de la inversión de las mismas, hacia una conquista del PENSAMIENTO PATRIOTERO por el derrumbe del AMOR A LA TIERRA, A LA NATURALEZA.

Así es como se indujo a nuestros pueblos humildes a sumarse a las batallas de la DIZQUE LIBERTAD, cual “conejillas de indias” para entregar su sangre, mientras las élites económicas, junto a la Iglesia Católica, gozaron (tanto como hoy) de su plato favorito: las tensiones dialécticas de la sociedad civil, en torno a las cuales hicieron sus grandes fortunas.

De modo que la celebración del BICENTENARIO no es otra cosa que la reafirmación del control del alma de nuestros pueblos para continuar con su sumisión, iniciada con la invasión de los territorios de antiguos habitantes y con ello la fácil explotación de los recursos naturales y de nuestra fuerza de trabajo, en cuyo devenir ha ingresado la narco política como brazo económico/militar de los corruptos de siempre, de los mismos de hace 530 años, herederos de la colonia del siglo XVI y de la república del siglo XIX, reinventados en el extractivismo neocolonial del presente siglo.

(*) Sociólogo, comunicador social, escritor ecuatoriano.

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