Written by: Opinión Política

LOS IMPONDERABLES DEL CONTEO: MOVILIZACIÓN y FUERZAS ARMADAS

Fotografía: Estudiantes Ecuatorianos en Madrid/Semana56

Sin embargo, al parecer no contaban con una movilización ciudadana masiva y consistente, y mucho menos que la tensión política escale lo suficiente para alertar a las Fuerzas Armadas.

Por Julián Martínez

Han pasado casi 36 horas desde que se cerraron las mesas de votación en el Ecuador. Con el 93,2% de las actas escrutadas, A Moreno le falta apenas el 0,86% para evitar una segunda vuelta. Tan estrecho margen impide comunicar un resultado oficial de las votaciones. Sin embargo, gran parte de los ecuatorianos, incluyendo gremios, la conferencia episcopal, sectores empresariales y actores políticos y sociales, desconfían profundamente del trabajo que realiza el Consejo Nacional Electoral. Desde la noche del mismo domingo algunos ciudadanos se concentraron en las afueras del CNE para vigilar el proceso electoral. Más allá de los rumores y denuncias puntuales en redes sociales, la movilización en las calles es producto de las serias dudas que pesan sobre una institución que no da garantías de elecciones limpias.

¿Por qué la gente desconfía del CNE? ¿Qué está en juego en ese estrecho margen de 0,86% de votos? A todas luces, el gobierno sabe que de haber segunda vuelta las posibilidades de ganar la elección son muy escasas. No solo que casi todos los otros candidatos han dado su apoyo al Lasso en caso de segunda vuelta, sino que una década de discurso populista sumada a la crisis económica y escándalos de corrupción han logrado dividir al país entre correístas y anticorreístas. Es así que claramente se puede pensar que en caso de segunda vuelta Moreno no tiene más votos de los cuales echar mano. Es decir, ha llegado a su tope de votación, mientras que Lasso puede recibir entre 18-20% de votos endosados por los otros candidatos y marcados por estar motivados por el anticorreísmo.

Fotografía: Estudiantes Ecuatorianos en Madrid/Semana56

La oposición lo sabe también. Es por eso que en Quito uno de los primeros en convocar a la movilización fue el candidato a vicepresidente de Lasso, Andrés Páez. La presión en las calles es un elemento que no estaba en los planes del gobierno ni del CNE (que al caso son lo mismo) y puso bajo la lupa y control los procedimientos turbios de procesos electorales anteriores, donde entraban y salían camiones con urnas abiertas y actas adulteradas (para esto solo hace falta ver el caso de Yasunidos cuando se rompió la cadena de custodia y no se permitió la observación de la verificación de firmas). Este clima de incertidumbre que ha sido generado por la propia institución electoral al realizar un conteo de votos lento y poco transparente ha ido aumentando con el pasar de las horas.

Lo más grave es que la lentitud y oscuridad del conteo no solo aumenta la tensión política, sino que además de la ciudadanía, los militares se ven obligados a toman cartas en el asunto. Hace pocas horas, el general de la Fuera Terrestre del Ejército convocó a una reunión del Comando Conjunto de las FFAA después de finalizado el proceso electoral. Las declaraciones oficiales son que se hará respetar la voluntad popular al 100% y exige un escrutinio ágil y transparente.

El oficialismo ha sufrido muchos reveses en la última etapa de la carrera electoral. Era de esperarse que la lentitud y la opacidad sean la característica de este proceso. Sin embargo, al parecer no contaban con una movilización ciudadana masiva y consistente, y mucho menos que la tensión política escale lo suficiente para alertar a las Fuerzas Armadas. Sea lo que sea que pase en las próximas horas, el gobierno y sus candidatos dan señales de agonía. Si Moreno llegase a ganar en primera vuelta no solo enfrentará una crisis económica sin precedentes y sin posibilidad de echar manos del petróleo (vendido anticipadamente a China), a una asamblea dividida sin mayorías claras, sino que se enfrentará la movilización social desde incluso antes de su posesión y contará con un frágil respaldo de las Fuerzas Armadas. Algo así como en los años de la partidocracia. Volvemos al casillero uno en este juego que se llama democracia.

Fotografía: ACGPhoto

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