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ALIAS “CARLITOS” ENFRENTA RIESGO DE CÁRCEL

El ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, alias «Carlitos»»con riesgo de detención y de búsqueda internacional. Los periódicos de Bélgica informan con prevención la resolución de la jueza Daniela Camacho que  ordenó la presencia de Rafael Correa en el juzgado en Quito, el 2 de julio, y ante el desacato ordenó su aprehensión.

Rafael Correa

Fotografía: Patricio Realpe

Por Marco Villarruel A.

Es que ya nadie en el mundo puede ignorar el escándalo judicial al que se ha visto abocado el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa Delgado.  Con contundentes e irrefutables documentos los jueces le han llamado ya seis veces a declarar sobre su responsabilidad en manifiestos actos de corrupción y abuso de poder a este dirigente político que supo transformar su discurso y su práctica política en todo lo contrario a lo que había prometido en el 2016, año que comenzó su década de gobierno. Era la época en que anunció que “meterá su mano en la justicia” lo cual efectivamente lo cumplió con el apoyo de Gustavo Jalkh, presidente del Consejo de la Judicatura, hoy defenestrado y enjuiciado.

El acto fundamental se produjo cuando Correa fue vinculado judicialmente en el caso Balda. Este acontecimiento de carácter criminal se produjo cuando el político Fernando Balda denunció que había sido víctima de un secuestro en Bogotá, ciudad a la que se dirigió al saberse perseguido por el gobierno de Correa que lo acusó de insultarlo a través de las redes sociales y de haberse apropiado de mensajes electrónicos propios de la presidencia de la República. La denuncia de Balda fue presentada hace algunos años pero el entonces Fiscal, Galo Chiriboga, resolvió archivarla.

Ya en el gobierno de Lenin Moreno el Fiscal Carlos Baca ordena la reapertura del caso que ha seguido su trámite sin pausa ni descanso, incluso con el cese de Baca. Lo determinante del caso son las declaraciones de los policías ecuatorianos que intentaron secuestrar a Balda en Bogotá pero que fallaron en el operativo por la participación de la policía de Bogotá que incluso juzgó a los agentes colombianos que participaron en este acto violento. Al final los agentes secretos ecuatorianos terminaron por acusar como autor intelectual a Correa, quien actuó para el efecto con el alias “Carlitos”.

Los capítulos siguientes son repeticiones de las actuaciones actorales de Correa y de algunos de sus seguidores que acusan a los jueces de seguir las órdenes del presidente Lenin Moreno, que se ha judicializado la política, que es una venganza política y, claro, no falta algún seguidor que acuse a los Estados Unidos “y a los causantes del feriado bancario”, como responsables de este y los otros juicios contra el ex mandatario. El nombre de Rafael Correa Delgado podría aparecer en las listas de la Interpol con orden de aprehensión internacional y ante esta eventualidad ha contactado en Bruselas a Christophe Marchand, defensor del separatista catalán Carles Puigdemont. Es decir, no puede evitar su participación activa en los trámites judiciales.

Es que Correa ha gustado del escándalo y la sobreactuación en sus manifestaciones públicas y privadas. En realidad ha vivido de ellas y la situación de hoy no es la excepción: se ha paseado por medio mundo denunciando cualquier cosa, desde la condición de minusvalía de Moreno hasta que ha regresado el neoliberalismo al Ecuador. Hoy dice trabajar en un ambiente que repudió toda la vida, es decir en el periodismo, porque ha sido contratado por RT (agencia informativa de Rusia) para hacer entrevistas. Así su imagen está siempre vigente.

Múltiples veces Correa visitó los juzgados nacionales. En 2011 ya reclamaba a través de varios juicios 500 millones de dólares a empresarios y periodistas que a su juicio le habían calumniado, faltado al respeto, difundido secretos de Estado, o por insultos a la “majestad del Estado” que representaba él y sólo él. Era como que necesitaba de manera vital victimizarse para ganar el favor popular.

Enjuició a jóvenes que según su parecer le habían faltado al respeto. Ordenó el apresamiento de decenas de dirigentes populares, estudiantiles, indígenas, y para ello estuvo apoyado por abogados de oscura trayectoria como Gutemberg Vera, y de Caupolicán Ochoa, que antes ganaba todos los juicios y ahora ninguno. Alexis Mera ha sido también su defensor.

La larga noche judicial comenzó con la pérdida del juicio contra el periodista Martín Pallares en el 2017 y sigue con los llamados que le ha hecho la Fiscalía por el grave problema de la auditoría de la deuda externa, por las irregularidades del campo petrolero Singue; por los contratos con Petrochina, y hasta para aclarar lo que él dijo saber sobre el atentado dinamitero contra el cuartel policial en Esmeraldas a inicios del 2018. Deberá también responder judicialmente por los faltantes económicos en los campos de la propaganda y publicidad gubernamental, especialmente por la debacle financiera de las televisoras TC TV y Gama TV.  A Correa le espera responder por el gravísimo escándalo del 30´S, cuando se produjo la asonada policial en la que hubo ocho muertes.

Desde que terminó su mandato ha hecho política, aunque juró que no lo haría, que estaba cansado y que debía atender a su familia, a la que “prepara parrilladas” en su departamento en Lovaina. Pero regresó al Ecuador para participar a favor del NO en la Consulta Popular convocada por Moreno, que precisamente resolvió prohibir la reelección presidencial a la que aspiraba Correa.

Para esquivar sus responsabilidades legales en los casos antedichos las respuestas de Correa a los requerimientos judiciales han sido en tonos políticos, incluso ahora acusa a los jueces de “politizar” la justicia. Se salió del libreto cuando profirió perversas alusiones a la discapacidad de Lenin Moreno lo cual fue rechazado a nivel nacional e internacional.

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