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MARÍA TERESA GARCÍA: LLEGANDO A LOS CINCUENTA

María Teresa García: El día que cumplí cincuenta años me desnudé ante un espejo y me contemplé por mucho tiempo. No solamente era la observación hacia el cuerpo, eso sorprendente templo, que permite recordar, sentir, soñar, imaginar, sino también hacia mi cuerpo interior, aquel que me da vida y sentido en el mundo.

Fotografía: María Teresa García

Fotografía: María Teresa García

Me desdoble y emprendí el viaje hacia la introspección, un viaje necesario que se tornó obsesión para poderme situar en esta etapa que yo la siento crucial en mi vida.

Cincuenta años pensé: un ciclo desconocido todavía de mi vida que me lleva a la angustia del porvenir, a etapas finales de vivencias que ya están impregnadas en mi ser definiéndose al final, con autenticidad.

Llegando a los cincuenta

en mi propia experiencia, y seguramente

en la de muchas mujeres

es un período de reflexión.

He sido forzada a mirar

hacia el pasado, así como también al

tiempo que queda tomando decisiones

que son importantes para mi vida

y para mi alma.

Me he auto fotografiado para

contener mis imágenes, para

inmortalizar mis vivencias.

Entre sábanas

Los recuerdos de mis juegos infantiles con las

sábanas empapadas de almidón se mezclan con

aquellas de los lechos de mi cotidianidad donde

los sueños, llantos, risas, pasión, frustración,

amor, odio, esperanza y temores toman

habitación a través de miles de miles de días y

noches atado a mi existencia¡ Parte de mi sigue

viviendo en los espíritus de la niñez que

permanecen en aquellos trozos de algodón,

plasmados en el tiempo, aquel tiempo que es

estático y que acude cada vez que lo llamo.

Sueño galopante

Nací en un pueblo cerca de Quito donde la visión

del caballo era común. Mi padre me regaló un

ejemplar hermoso cuando muy niña y aún recuerdo

la sensación de libertad y placer al cabalgarlo,

siempre consciente al mismo tiempo del poder del

equino: la libertad y la opresión, el amor y el odio

ya se perfilaban sin yo saberlo.

El caballo, símbolo de libertad fue apenas el escape

aparente para luego mostrarse en la atadura: el

carrusel donde no hay salida en el destino: el padre

y el esposo. El dador de la ilusión y equis

transformado en amante a la vez que mantenían

atada. La bestia lucha por someter al jinete, el

jinete quiere someter a la bestia. Los conflictos por

la lucha de poder surgen, amor-odio. La necesidad

de cabalgar juntos a través de la vida debe ser

acordada. Difícil, traumático, a veces aterrador

cuando el odio provoca instancias que hieren  y

despojan, junto al amor y a la pasión.

A los cincuenta, deseo reafirmarme mirando hacia

la ruta que he de seguir el resto de mis días,

sola o cabalgando.

Luna menguante

Y miro a la muerte que se avecina certeramente.

Mi cuerpo que va deteriorándose se asemeja a la

luna menguante, que va dejando atrás el

esplendor de lucir entera. El lobo ha callado su

aullido lastimero queriendo alcanzar el gran queso

misterioso y erótico. Permanece entonces la

memoria, la unicidad del ser, aquel ser que habrá

de morir para poder vivir eternamente. Ronda la

melancolía, mientras salta el deseo por

adivinar cuál es la otra cara de la luna, aquella

oculta que nunca la vemos que que la intuimos a

través del frío viento invisible.

La esencia permanece

La inevitable desintegración del cuerpo da paso a

la angustia y al dolor; el alma fortalecida

constantemente, no podrá manifestarse sin el

cuerpo y sabiéndolo, ella intenta mudarse a otro

más perecedero y mágico capaz de atravesar los

umbrales de la mortalidad.

La esencia permanecerá en este nuevo re-nacer,

habiendo sobrepasado imaginariamente el límite

para mantener la vida, burlando a la muerte.

La piel

La  mariposa que ronda mi jardín ya liberada tras

batallar con su estrello y último caparazón que la

aprisionaba e impedía ver la luz ahora disfruta

de su libertad. Ha tenido que traspasar etapas de

crecimiento, etapas embrionarias que la mantenían

inerte, conformando a su cárcel.

Al fin se libera, vuela libre y a la luz dorada del

crepúsculo desplazándose con sus alas coloridas,

experimenta la libertad, mira con indiferencia las

pieles adustas y pesadas -sus cadenas- y las

olvida¡

Fotografía: María Teresa García

Fotografía: María Teresa García

Fotografía: María Teresa García

“El retrato ha sido una expresión arrogante por excelencia. Su aspiración de realizar la esencia del yo en la imagen, es parte del anhelo de definición que atraviesa nuestra subjetividad. El ha constituido un arquetipo para la representación que ha creído poseer el don de hacer visible la sustancia de las cosas.

“Llegando a los Cincuenta” presenta una subversión se este estereotipo. Desde el título que enlaza en un mismo escenario las imágenes, la proposición pertenece al terreno de la indagación existencial.

 Es como experimentar un estado de conciencia que pasa a través del cuerpo deshaciendo su unidad, convirtiéndolo en jirones que bosquejan imprecisos datos temporales y atraen sensaciones  y estados de ánimo inscritos en la vaguedad de la alusión.”

Lupe Alvarez

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