Written by: Opinión Política

DEBERÍAN NO ESTORBAR

Fotografia: ACGPhoto/Semana56

Las elecciones del 19 de febrero en Ecuador dejaron tras de sí muchas lecciones y retos. El más importante de ellos es la encrucijada que enfrenta la izquierda respecto a quien votar en segunda vuelta. Las opciones que quedan generan rechazo por igual y la decisión y dirección que den las organizaciones puede ser crucial para el resultado final. Justamente cuando para gran parte de la población las opciones que quedan para la segunda vuelta no son lo mejor, las ideas de Linz sobre la democracia toman mayor relevancia: una democracia imperfecta siempre será más deseable que un régimen autoritario.

Lo primero que salta a la vista después del 19 de febrero es la configuración de las provincias según quien fue el ganador. El correísmo se instaló fuertemente en la costa, principalmente en Manabí, tal vez debido a la gestión de recursos después del terremoto de abril del año pasado. Además de ello sigue ganando en algunas provincias de la sierra como Azuay, que se ha convertido en un bastión del régimen.

Resultados para Presidente y Vicepresidente por provincias para Moreno.

El clivaje regional que vimos siempre durante los primeros 25 años de democracia casi ha desaparecido. Lo que se ve es un nuevo clivaje implementado por el correísmo: a favor o en contra de Alianza País. Se puede interpretar que en las provincias en las que gana AP son aquellas en las que los subsidios y ayudas como el bono de la pobreza han tenido fuerte influencia. Asimismo, AP gana en provincias donde la burocracia estatal es grande, como Pichincha y Guayas.

La desaparición del viejo clivaje costa-sierra aplicó para los resultados de Lasso también. Sin embrago, en las provincias de la sierra centro y sur, y en casi toda la Amazonía Moreno perdió contra Lasso, y en muchos casos por diferencias abrumadoras. Estas provincias con población mayoritariamente indígena usualmente apoyaban a su movimiento político Pachakutik ¿qué pasó con el voto indígena? ¿dónde quedó la tradición de izquierda de todos estos años? ¿Por qué no capitalizó todos esos votos el candidato más afín que era Moncayo?

Resultados para Presidente y Vicepresidente por provincias para Lasso.

Las explicaciones abundan en redes sociales, muchas disfrazadas de sesudos análisis político-filosóficos. Criticar el voto en esas provincias, y sobre todo cuestionar la autodeterminación de las organizaciones es muy fácil cuando se hace detrás de un escritorio y subidos en el banquillo de la superioridad moral y la pureza ideológica. Pero cuando la violencia es real y viene del aparato que se supone debe defender los derechos de sus ciudadanos, quienes tienen que decidir son aquellos violentados y humillados por el régimen. Antes que la pureza ideológica está la defensa de la vida misma de los pobladores que han sido criminalizados, golpeados, desalojados, y humillados en estos años.

En las provincias donde gana Lasso ha existido un fuertísimo conflicto socio-ambiental ocasionado por las políticas de desarrollo del gobierno y con la represión estatal que acarrea la resistencia a las mismas. Esto es, Lasso gana en las provincias donde la implementación de proyectos mineros, petroleros e hídricos han afectado a la población y eso ha generado conflictos que la mayoría de las veces han sido resueltos de forma violenta con la intervención militar. Estos conflictos han quedado relevados en numerosos informes de organizaciones y colectivos que registran las afectaciones a las poblaciones víctimas de violencia estatal. Al ser casos de violencia en sectores rurales, no aparecen en los medios ni son objeto de reflexión del mainstream de analistas políticos.

Esto no quiere decir que Lasso un buen candidato, o la opción más deseable para los sectores vulnerados por el correísmo. Sin embargo, parece ser que el llamado voto útil ha sido relevante para poner un alto a diez años de brutales atropellos. La estrategia de presentarse como el mejor opcionado le favoreció en una elección que se presentaba difícil por la fragmentación de la derecha en dos candidaturas fuertes. Y parece que para la segunda vuelta volverá a cosechar los votos del anticorreísmo de sectores indígenas.

Y aquí, mal que nos pese, las palabras de Carlos Pérez Guartambel son claras cuando dice que, si hay que elegir entre un dictador y un banquero, elegimos al banquero. Ante esto, los pensadores de la izquierda más pura deberían, al menos, quedarse callados y dejar que los pueblos y organizaciones decidan por sí mismos. Esa crítica moral contra el voto indígena a Lasso se parece tanto al colonialismo que tanto critican: “estos indios no saben ni por quien deben votar, hay que darles pensando”. Bien dice el dicho, más ayuda el que no estorba.

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